POR CASI NO...
Por: Fastame angustiado.
Por: Fastame angustiado.
No hay testimonio absoluto de cuando empezó la batalla, ni aun así espero que la historia verifique sus fechas, sus hechos. Pero es interesante prescindir de la única crónica de la batalla final, la cual encontré por mero accidente un día de verano a las afueras de un corredor oscuro y viejo, abandonado. Entre tachones, manchas y animalejos no pude encontrar el nombre del que relata la historia, pero leí lo siguiente.
... Poco antes de las 8 de la noche, de esta fecha angustiosa, me encaminaba a tomar el transporte que me llevaría por fin al lugar de mi descanso, todo parecía normal, calmado. No había noticias de alguna contingencia en mi camino y todo afirmaba estar controlado. Eso me deba seguridad más no me tranquilizaba, pues era portador de una entrega para el mando superior muy importante.
Sin más, subí al viejo camión, que fuera de dar seguridad nos daba muy poca velocidad. El viaje al principio fue calmo, sin novedades. Ya transcurrida la hora de viaje ocurrió la aparición del enemigo, al principio distante pero al paso de algunos minutos era notable su presencia. Dada la naturaleza ultra secreta de la misión encomendada y la firme orden de evitar que los civiles tomaran nota de mi estado, misión y afiliación fingí toser evitando así que notaran mi preocupación. Cada momento que pasaba no paraba de pedir suerte y así evitar el ya casi próximo fin.
Ya próxima mi llegada, el enemigo se hizo casi presente y no pude evitar en ese momento mi miedo, la gente se quedaba viendo angustiada de lo que me pasaría por un hecho que ellos quizá suponían pero seguramente nunca acertarían en conocer, al menos en mi caso particular no.
Ya abatido por los nervios me encontraba cerca de mi objetivo final, pero para mi desgracia tenía que caminar alrededor de 5 minutos. Baje del camión, en ese momento supe que las personas sabían a lo que me enfrentaría y pude observar varias miradas que deseaban suerte. No tuve tiempo de agradecer el gesto.
Corría por las calles abandonadas y también se escuchaban los gritos pidiendo que cesara de correr y que me detuviera o algo mala pasaría. Yo tenía la confianza de que no se atrevería a dañarme y con ello a la carga valiosa. Ya en el ultimo tramo me pisaba los talones el enemigo y algunos mirones notaron mi casi desgracia. No puedo afirmar lo que sucedió en aquel parque, pero supongo que aquellos niños fueron comprados por el enemigo para evitar en un arranque de desesperación hacerle frente. Es claro que el enemigo tampoco quería algún civil involucrado. Los niños para el colmo del asunto me retrasaron al evitar mi paso rápido poniéndose en medio del paso peatonal. De alguna manera logre brincar unos arbustos y esquivarlos y así, enfilarme a la puerta de mi destino. Lograba escuchar las carcajadas del enemigo a medio segundo de mi.
Cuando ya hube llegado a la puerta de seguridad tuve que hacer en una rápida maniobra sacar la contraseña, una llave color plata. El enemigo detuvo la puerta en el instante mismo que la cerraba con el botón de emergencias. Corrí hacia el interior del emplazamiento y ya el enemigo sacaba su mortífera arma. Yo desesperadamente solté mi carga de provisiones y enceres para el diario y corrí despavorido. No tenia ninguna arma para hacerle frente y aun la carga importante se encontraba conmigo. Llegue por fortuna al único lugar donde podría hacerle frente y quizá salir victorioso, evite a toda costa que su arma me dañara, y yo en un ágil movimiento digno de una medalla de honor logre tomar al enemigo y ahogarlo en el váter del baño. Por fin descansaba, logre orinar sin bajarme del camión a medio camino ni mojar el dinero de la quincena que guardaba en una bolsa secreta pegada a la ropa interior. La misión fue un éxito y el enemigo yace verde y estático en un pequeño charco controlado.
... Poco antes de las 8 de la noche, de esta fecha angustiosa, me encaminaba a tomar el transporte que me llevaría por fin al lugar de mi descanso, todo parecía normal, calmado. No había noticias de alguna contingencia en mi camino y todo afirmaba estar controlado. Eso me deba seguridad más no me tranquilizaba, pues era portador de una entrega para el mando superior muy importante.
Sin más, subí al viejo camión, que fuera de dar seguridad nos daba muy poca velocidad. El viaje al principio fue calmo, sin novedades. Ya transcurrida la hora de viaje ocurrió la aparición del enemigo, al principio distante pero al paso de algunos minutos era notable su presencia. Dada la naturaleza ultra secreta de la misión encomendada y la firme orden de evitar que los civiles tomaran nota de mi estado, misión y afiliación fingí toser evitando así que notaran mi preocupación. Cada momento que pasaba no paraba de pedir suerte y así evitar el ya casi próximo fin.
Ya próxima mi llegada, el enemigo se hizo casi presente y no pude evitar en ese momento mi miedo, la gente se quedaba viendo angustiada de lo que me pasaría por un hecho que ellos quizá suponían pero seguramente nunca acertarían en conocer, al menos en mi caso particular no.
Ya abatido por los nervios me encontraba cerca de mi objetivo final, pero para mi desgracia tenía que caminar alrededor de 5 minutos. Baje del camión, en ese momento supe que las personas sabían a lo que me enfrentaría y pude observar varias miradas que deseaban suerte. No tuve tiempo de agradecer el gesto.
Corría por las calles abandonadas y también se escuchaban los gritos pidiendo que cesara de correr y que me detuviera o algo mala pasaría. Yo tenía la confianza de que no se atrevería a dañarme y con ello a la carga valiosa. Ya en el ultimo tramo me pisaba los talones el enemigo y algunos mirones notaron mi casi desgracia. No puedo afirmar lo que sucedió en aquel parque, pero supongo que aquellos niños fueron comprados por el enemigo para evitar en un arranque de desesperación hacerle frente. Es claro que el enemigo tampoco quería algún civil involucrado. Los niños para el colmo del asunto me retrasaron al evitar mi paso rápido poniéndose en medio del paso peatonal. De alguna manera logre brincar unos arbustos y esquivarlos y así, enfilarme a la puerta de mi destino. Lograba escuchar las carcajadas del enemigo a medio segundo de mi.
Cuando ya hube llegado a la puerta de seguridad tuve que hacer en una rápida maniobra sacar la contraseña, una llave color plata. El enemigo detuvo la puerta en el instante mismo que la cerraba con el botón de emergencias. Corrí hacia el interior del emplazamiento y ya el enemigo sacaba su mortífera arma. Yo desesperadamente solté mi carga de provisiones y enceres para el diario y corrí despavorido. No tenia ninguna arma para hacerle frente y aun la carga importante se encontraba conmigo. Llegue por fortuna al único lugar donde podría hacerle frente y quizá salir victorioso, evite a toda costa que su arma me dañara, y yo en un ágil movimiento digno de una medalla de honor logre tomar al enemigo y ahogarlo en el váter del baño. Por fin descansaba, logre orinar sin bajarme del camión a medio camino ni mojar el dinero de la quincena que guardaba en una bolsa secreta pegada a la ropa interior. La misión fue un éxito y el enemigo yace verde y estático en un pequeño charco controlado.